El Yoga es una de las disciplinas personales más antiguas de la tierra. Surgió hace unos cinco mil años en la India. Desde comienzos del siglo pasado se empieza extender por occidente al ser conocidos los muchos beneficios que puede aportar a nuestra vida, cada vez más necesitada de tranquilidad, equilibrio y salud.
La palabra Yoga significa unión. Esta unión se refiere a la integración de todos los elementos que constituyen el ser humano: el cuerpo físico, la mente con su componente psíquico y emocional, y la parte espiritual como la esencia del ser humano. Esta integración favorece la armonía con uno mismo, con los demás, con la naturaleza y con la Fuente Credora de Vida.
La práctica del Yoga favorece la salud del cuerpo físico con todos sus sistemas: nervioso, circulatorio, respiratorio, digestivo,... lo relaja, tonifica y fortalece mediante movimientos y posturas estáticas (asanas) acompañadas siempre de una atención respiratoria y una actitud relajada..
Los estiramientos sostenidos con una respiración profunda ayudan a liberar la tensión física que se fija en los músculos. Las presiones que se realizan en diferentes zonas de nuestro cuerpo cuando nos colocamos en las posturas inciden sobre los órganos, las glándulas y otros tejidos corporales siendo todos ellos estimulados y tonificados; esto mejora considerablemente su flujo sanguíneo y funcionamiento. La columna vertebral se flexibiliza y alínea, lo que evita o retrasa el desgaste de los discos y otras patologías relacionadas con ella. Todo esto también influye en el sistema nervioso fortalecióndolo, mejorando la comunicación entre el cerebro y el resto del cuerpo.
Aprendemos a respirar más relajada y profundamente, lo cual nos ayuda a liberar la tensión emocional que bloquea la respiración y, como consecuencia, recuperamos la flexibilidad y la fuerza del diafragma, su principal motor. Además, al respirar mejor, nuestros pulmones reciben más energía vital (prana), lo que nos hace sentir más vitales y más fuertes. Por otra parte, la respiración consciente nos hace vivir el instante, convirtiendose en un medio para educar la atención, la concentración y la mente, así como para ayudarnos a manejar mejor las situaciones de estres, ansiedad y demás patologías mentales tan comunes en nuestro tiempo.
También aprendemos a relajarnos profundamente; estas vivencias quedan registradas a nivel celular y en nuestra mente de manera que nos facilitan acceder a la relajación en nuestra vida cotidiana.
A través del trabajo corporal, la escucha de nuestro cuerpo, la sensibilidad de nuestros sentidos y, muy importante, la observación de nuestra mente, poco a poco, nos vamos conociendo más. Este conocimiento personal favorece la comprensión de nuestra vida, la aceptación de nuestros límites y el disfrute de lo que se nos da.
La práctica del Yoga se completa cuando tenemos una actitud adecuada, es decir, sin violencia, sin forzar, dentro de un "dejar pasar" que supone el "no deseo", no agarrarnos a los frutos de la acción. Cuando deseamos, nos apegamos a los resultados y esto nos puede llevar a la frustración o al bloqueo. Sin embargo, cuando practicamos con entusiasmo y sin apego, todos los beneficios del yoga los recibimos como un regalo.
De esta manera nuestra práctica del yoga es algo más que una técnica, la convertimos en un arte:
EL ARTE DE VIVIR FELIZ.
El Yoga de la Energía es un Yoga basado en el Hatha-Yoga clásico, en una modalidad inspirada en algunas prácticas del Yoga Tibetano y adaptado a nuestra cultura.
En 1950, Lucien Ferrer creá l´Acadamie Occidentale de Yoga en París y tuvo un papel destacado en la difusión del Yoga en Occidente.
Fue él quien empezó a enseñar el Yoga de la Energía inspirándose en un maestro tibetano. Luego, fue su sucesor, Roger Clerc, quien fundó la Academie de Yoga de l´Energie y supo adaptar el Yoga de l´ Energía a la mentalidad occidental, hasta que finalmente se reconoció su trabajo y, poco a poco, este estilo de Yoga se fue extendiendo por Europa. Pierre Losa (discípulo de Roger Clerc) venido impartiendo cursos de este tipo de Yoga por todo España durante más de 40 años
Lo más interesante de esta modalidad de Yoga es que, respetando los principios de la tradición, ha sido adaptado a nuestro medio y a nuestra época. Es decir, es un Yoga que se ha adaptado a los occidentales.
En este tipo de Yoga se hace un especial hincapié en la importancia de una práctica basada no tanto en el hacer sino sobre todo en el sentir. Es decir, se preocupa especialmente de no caer en el error de centrar la práctica sólo en los aspectos técnicos, porque entonces solo se fuerza el cuerpo, la respiración y la mente; sino de intentar apreciar las sensaciones para favorecer un estado de ser.
En esta modalidad de Yoga se pone en evidencia el poder de la mente sobre el cuerpo energético con el postulado: "donde va el pensamiento va la energía". Pero para ello resulta imprescindible educar la mente desarrollando la atención con una actitud adecuada, sin forzar. Esta actitud la conocemos como "dejar pasar". De esta manera se favorece la circulación energética por el cuerpo. Durante las Asanas (posturas) dirigimos la atención por los circuitos energéticos para potenciar o equilibrar la energía que circula por nuestro cuerpo.
La base principal de esta práctica son los Preliminares o Danza Cósmica. Es una serie de gestos precisos, enlazados, ejecutados de pie y con el pensamiento concentrado en el movimiento. Se componen de flexiones, torsiones, saltos, contracciones, distensiones, equilibrios, ejecutados armónicamente para llevar al practicante a un estado de consciencia más sutil.
Además, este tipo de Yoga desarrolla un trabajo de concentración muy preciso utilizando una geometría e imágenes mentales con las que se consigue fácilmente estados de calma y de meditación.
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